El vuelo de drones al aire libre conlleva riesgos ocultos: fallas de batería, exceder el alcance y otros problemas pueden provocar accidentes. Incluso con sistemas de evitación de obstáculos y seguridad, los accidentes son comunes. La FAA de EE. UU. pronosticó una vez 300 accidentes diarios de drones para 2020, causando enormes pérdidas.
Cuando los drones pierden el control por completo, la tecnología de seguridad existente puede fallar. Ahí es donde entran los paracaídas: inspirados en los aviones, son una última línea de defensa.
La FAA ahora flexibiliza las reglas para volar drones sobre multitudes si se implementan medidas de seguridad sólidas, incluidos sistemas de recuperación con paracaídas probados (aún en proceso de finalización).
Un paracaídas de dron se abre automáticamente cuando está fuera de control, reduciendo la velocidad de aterrizaje a 3-6 m/s (incluso más lento para modelos civiles ligeros). Esto minimiza los daños al dron, las instalaciones públicas y los peatones.